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La vida de un hombre moldeado por su madre

"Pájaro de barro"

Teatro Regio - 01/06/19

La obra, como la vida, está atravesada por el más puro deseo de querer decidir.

A las 20 horas, los amantes del drama hecho en vivo ya colmábamos el hall, que precede al mundo mágico escondido dentro de la sala del teatro Regio.

Vestidos con sus tapados de pana y bufandas que volaban ni bien cruzaban las puertas del teatro, decoradas con los rostros de los actores que estaban por ver, el público mayormente adulto (+60) se encontraba con sus amigos y dialogaban entre sí, mientras esperaban que se diera sala para acudir a sus asientos.

20:15 se hizo la fila y una mujer de amable sonrisa nos dio la bienvenida, indicándonos hacia cuál de los lados nos correspondía ir y dándonos el consejo de esperar a que uno de sus compañeros nos ubicara.

 

La calidez de su gente se reflejó en su sala, el teatro Regio fue acogedor desde el primer instante. Su apariencia me sorprendió tanto que ni bien estuve ubicada en el centro, como siempre, tuve que detenerme a dar un vistazo hacia arriba y a los costados. La forma semicircular de su única platea alta, las luces que bajaban de ella y los vitrales que envolvían faroles a los dos lados; me hacían sentir que estaba en una pequeña y bien lograda versión del mismísimo Teatro Colón.

Las butacas cómodas de cuerina roja y bien cuidadas, fueron poco a poco ocupadas. Aunque la función estaba anunciada para comenzar a las 20:30, esperamos hasta al último de los espectadores que siguieron entrando hasta casi llegadas las 21.

Una vez que la sala estuvo llena bajó la luz. Las charlas cargadas de pura ansiedad se apagaron ni bien sonó una voz parlante que nos dio la bienvenida al complejo teatral de Buenos Aires. Entonces lo sentí en el aire: la magia que todos habíamos llegado buscando

por fin apareció.

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De entrada: la sorpresa. No sólo se proyectó la imagen de un galpón en los paneles que se encontraban a ambos lados del escenario, sino que también, un narrador se situó a un lado y nos explicó la situación a medida que los actores entraban e iban desarrollándola. Una manera innovadora de serle fiel a tan bellas acotaciones que poseía en un principio el texto a representar. No sólo nos ubicaba, sino que el narrador era un personaje más que estaba allí, veía e interactuaba tanto con los otros personajes como con nosotros. En el presentador Mariano Mazzei recaía la unión entre el pasado y el presente, pero su voz, su postura y la gestualidad que usó, nos dejaron claro que sabía estar a la altura del desafío.

Después de ponernos en situación se retiró, dándole lugar a la protagonista Felipa (Lucia Tomas) y a su compañero Juan Antonio (Daniel Hendler) para que comenzaran a desarrollar la historia.

 

Luego de una noche de pasión con Juan Antonio, Felipa cancela los planes de su casamiento con uno de sus primos, y arregla que éste contraiga matrimonio con su mejor amiga para que todos salgan beneficiados. Momento que disfrutamos mucho por la comicidad con que ella le confiesa que está enamorada de otro y cómo su primo (Jesus Catalino) la entiende y hasta se esmera en enamorar a su amiga, Ovidia (Celeste Gerez). Un toque de color que ya nos teñía la obra: la paz del campo, los sonidos, los animales y las buenas intenciones de todos los personajes. No existe el apuro de la ciudad que los distraiga: ellos se guían por los valores con que fueron criados y se expresan con la honestidad de la gente de campo, haciéndonos reír en ocasiones en que no podíamos no sentirnos identificados.

 

 

Felipa logra desligarse de su compromiso y cambia la escena para ubicarnos ahora en la casa de una familia de inmigrantes. Una fuerte mujer con algo de acento español (Marita Ballesteros) echa a una niña enamorada platónicamente de su hijo y le da la bienvenida a Felipa, que se ofrece allí para trabajar de lo que sea. Pronto todos entendemos que el hijo mujeriego del que doña Pilar le advierte, no es más ni menos que Juan Antonio y que por eso Felipa está allí (a pesar de haber prometido olvidar la noche que habían pasado juntos).

La expectativa que genera en todos nosotros el encuentro entre ambos, nos tuvo al borde de la silla cuando él apareció donde ellas estaban. Pero ésta se vió frustrada porque él sólo pasó por delante, concentrado en servirse un mate. Tal vez por eso fue magnífico el momento en que sí nota su presencia y todos nos alegramos de su sorpresa, porque significaba que sí la recordaba.

Pronto se genera una complicidad entre ambos que es bellísima: su madre no puede saber que ellos comparten un recuerdo pasional o querrá separarlos. Aún habiendo empezado negándose a decirle hasta su nombre, ahora Juan Antonio protege el puesto de trabajo de Felipa y la mira con cierta atracción. Lo cierto es que tiene como prioridad su pasión, las esculturas que hace en el galpón, pero no puede negar su debilidad por las mujeres. La contradicción que ambos atraviesan internamente se manifiesta en sus cuerpos, que no saben si repetir allí mismo su noche de pasión o huir del miedo, tanto a enamorarse como a doña Pilar. Sin embargo nunca avanzan porque Juan Antonio se esmera en marcar una distancia. Pero alejarse ya no es opción cuando cambia el cuadro, nos dicen que pasó el tiempo y ahora en el humilde cuarto improvisado de Felipa, hay una cuna.

No diré más sobre el final, por si algún día volvemos a tener la oportunidad de verla en cartel, o para motivarlos a que le den una lectura completa. Pero en resumen, déjenme decirles que es maravillosa la manera en que presentan el rol de la mujer: aún tratándose del siglo pasado, tanto la madre de Juan Antonio como Felipa se mantienen siempre firmes ante sus deseos y no dan el brazo a torcer. Mujeres que reconocemos ahora, pero que vienen a contarnos su historia para recordarnos que existen desde antes y hacernos emocionar hasta el último segundo, en que se apague el reflector.

Los vínculos funcionan muy bien. Las actuaciones son correctamente pasionales: todos se abocan a hacer lo que aman, lo que en un pasado decidieron y los representa, y ésto se les nota en la voz como en el cuerpo. Parece que realmente allí y en ese momento están eligiendo su camino, pero según las bases de valores que tienen bien arraigadas.

Como mientras cambian los muebles de lugar sigue habiendo alguien que nos entretiene en escena, las casi dos horas que comprende la obra pasan muy rápido y lo envuelven a uno en una linda historia que nos creemos como si fuera la anécdota que nos cuenta una abuela.

Los conflictos familiares y los mandatos sociales siempre serán tema actual. Incluso los pactos racionales acerca de cómo relacionarse con alguien, se ven frustrados aún hoy, cuando entra en juego el corazón; pero lo importante es serse fiel a uno mismo, como bien nos enseñó Felipa.

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Ficha técnica

  • Autor de la obra: Samuel Eichelbaum

  • Dirección y adaptación: Ana Alvarado

  • Elenco: Mariano Mazzei (presentador) Lucía Tomas, Daniel Hendler, Marita Ballesteros, Jesús Catalino, Celeste Gerez, Valentina Varonese, Ernesto Claudio.

  • Duración: 100 minutos

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